“La perla es espléndida y preciosa. Nace del dolor. Nace cuando una ostra es herida. Cuando un cuerpo extraño -una impureza, un granito de arena- penetra en su interior y la inhabita, la concha comienza a producir una sustancia (la madreperla) con la cual lo recubre para proteger el propio cuerpo indefenso. Al final se habrá formado una hermosa perla, brillante y preciosa. Si no es herida, la ostra no podrá nunca producir perlas, porque la perla es una herida cicatrizada.” (Elogio de la vida imperfecta: El camino de la fragilidad. Paolo Scquizzato Comprar)
En muchas ocasiones nos quejamos de la vida que nos ha tocado vivir o de los momentos difíciles, o lo que los cristianos llamamos la purificación. No somos capaces de ver que estos momentos son necesarios para darnos cuenta de lo complejo que podemos llegar a ser y lo simple que puede ser todo. Ciertamente, sólo cuando alguien o algo nos hiere reaccionamos y nos ponemos en estado de alerta, pero, ¿cómo es esa alerta? En la vida esto es común, es natural al ser humano, pero, ¿Verdaderamente sabemos apreciar estas heridas? Para responder estas dos preguntas, tenemos que ver el punto de vista. Fernando Rielo tiene un proverbio que me gusta mucho sobre esto: “El hombre no es lo que vale ni lo que hace, sino lo que sufre.”
Tenemos que ser capaces de transformar nuestras heridas en gracias (o perlas) y darnos cuenta que la única solución para estas heridas es cultivar lo que llamamos Amor: única posibilidad de crecer y ver las propias impurezas convertirse en perlas. No olvidemos que una herida es un pedazo de mí que se desencaja y hace que nos duela algo, pero ese dolor nunca está exento de la belleza del Amor, y mejor aún, nunca nos daremos cuenta del valor que tiene algo o alguien, hasta que no pasamos por el dolor de la perdida. El individualismo, el creer que podemos solucionar nuestros problemas solos, nuestra envidia y orgullo son lo que nos hiere más fuerte en nuestras vidas; qué hacemos con esto, cómo respondemos. Esta es la calve, en el momento que nos hacen una herida, respondemos con nuestras pasiones, con lo peor de nosotros, o respondemos con Amor, con perlas. Mirad a Cristo en la cruz, cuantas perlas regaló a la humanidad, pero por qué, por Amor. Ahora solo nos queda que, cuando nos hagan una herida, responder con la perla más hermosa: el Amor. Y una confesión: hace sólo unas horas aprendí que una de las perlas más grandes es el Silencio a la ofensa. ¡Te atreves a transformar tus heridas en perlas!!!!!. Recuerda que si te ha gustado le puedes dar a “me gusta” o comentar si te interesó el tema o te interesa algún tema en especial. Me puedes seguir en Facebook, Instagram, YouTube y ¡¡Hasta la próxima!!
Me encanta! Ayer escribí un poema sobre este tema y me ilusiona leer tu perspectiva, como siempre! Gracias.
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Muchas gracias y perdonar la tardanza en la respuesta!!!… me gustaría que me compartieras el Poema cuando lo publiques.
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Es hermoso y real, en la vida tenemos que pasar por muchos momentos difíciles que son los que nos harán crecer, subir peldaños, avanzar hacia algo mejor, pero lo que hagamos después de estos momentos, son los que van a determinar si en verdad hemos crecido y que experiencias hemos aprendido. Saludos.
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Yo siempre he creido que cada experiencia los sirve para crecer y hacernos más fuertes, sacando siempre la mejor versión de nosotros mismos. Gracias por tu comentario y perdona la tardanza en la respuesta.
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Bonito relato. Una forma muy bella de manejar el sufrimiento.
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Muchas gracias!!!! Perdona la tardanza en agradecer.
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Gracias a ti por entretenernos con tus relatos.
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Bravo 👏 tus publicaciones son vida
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Muchas gracias, estas son las cosas que me animan a sacar tiempo para seguir escribiendo. Perdona la tardanza en responder.
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Totalmente de acuerdo!! Hay que buscar esa perla preciosa en nuestras vidas. Muchas gracias!
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